Las golondrinas bajan en picada y se adentran rápidamente en la sabana sudafricana. Comparten el aire con una brisa fresca que circula suavemente por el paisaje llano. Son solo las 6 a.m. y en unos pocos minutos más saldrá el sol. De repente, el canto de los pájaros se pierde por el rugido de un motor diesel.
En una nube de polvo rojo, un Volvo FM de color arena marcha hacia un grupo de personas con camionetas que se han reunido en las puertas de la Reserva Natural de Koppies Dam, 150 kilómetros al sudeste de Johannesburgo. Es el primer día de la temporada. Hoy, el equipo de captura atrapará y trasladará búfalos americanos, uno de los “cinco grandes” como suelen llamarlos los cazadores para describir a los animales más difíciles y peligrosos de rastrear y cazar en África.
“Solemos trabajar con búfalos, pero siempre implica un riesgo. El búfalo es un animal poderoso y, cuando ataca, lo hace con mucha determinación. Si llega a atraparte no hay nada que puedas hacer porque te matará”, señala Petrus Motsoane, encargado del equipo y conductor del camión-tractor Volvo que transportará a estos agresivos animales.
La captura y el transporte de animales salvajes es una operación importante en muchas reservas naturales de Sudáfrica. Se realiza principalmente para mantener un equilibrio entre las diferentes especies animales de las reservas, pero también para evitar la endogamia.
El búfalo es un animal poderoso y, cuando ataca, lo hace con mucha determinación.
Las capturas se realizan durante la temporada de invierno entre marzo y octubre, cuando el clima es más frío. El equipo captura y transporta varias especies de animales salvajes, desde cebras y rinocerontes hasta búfalos y leones.
Las reservas naturales de la provincia de Free State en Sudáfrica han sido el lugar de trabajo de Petrus Motsoane durante más de 20 años. Con precisión quirúrgica, maniobra el camión de 24 toneladas y 22 metros de largo por la sabana hasta el rebaño de animales que trasladará. El trabajo implica una rigurosa exigencia sobre el vehículo y el conductor.
“El cuerpo se cansa al conducir por la sabana. ¡Se siente como si se te quebraran las costillas! Pero he conducido este camión durante 10 años y nunca he tenido problemas. Tiene la fuerza y resistencia suficiente para hacer todo lo necesario”, señala Petrus.
El equipo de captura de Free State se compone de 25 personas, además de un cirujano veterinario y el piloto del helicóptero. El helicóptero busca y persigue al búfalo a campo abierto para que el cirujano veterinario pueda dispararle desde el aire con un dardo tranquilizante.
Una vez que el búfalo está aturdido, el equipo en tierra conduce las camionetas y sube al animal, que pesa más de una tonelada, en la parte trasera de la camioneta. A continuación el búfalo se transporta al camión Volvo de Petrus donde un camión grúa levanta al animal adormecido y lo coloca en el remolque, donde se le administrará una antídoto para despertarlo.
“Cuando el búfalo despierta, se pone un poco agresivo pero, para ese entonces, ya habremos salido y cerrado la puerta. Si despierta antes de que puedas salir del remolque, debes actuar tan rápido como un rayo antes de que te atrape”, señala Petrus.
Se ríe y el diente de oro de su mandíbula inferior y el aro de oro de su oreja izquierda brillan, mientras relata la historia de una cebra aturdida que despertó en medio de un procedimiento de carga y que se escapó por la sabana con los ojos vendados.
Tres avestruces con las plumas de la cola en movimiento se pasean por la hierba a la derecha del camión y el ruido mecánico del helicóptero hace que una familia de dos rinocerontes adultos y su cachorro huyan despavoridos. El camión da saltos en la hierba y los arbustos, baja por un barranco y pasa por un puente tan estrecho que es un milagro que la flota de vehículos pueda cruzarlo. La cara de Petrus se congela en concentración.
“Cuando conduzco por terrenos complicados, el camión da saltos y suena completamente distinto que cuando conduzco por un camino normal. Debo conducir muy lento por terrenos peligrosos hasta estar de nuevo a salvo. Debo prestar atención al camino por delante para asegurarme de que no hayan piedras ni otros obstáculos en el trayecto. Pero no puedo verlo todo así que a veces debo arriesgarme,” señala.
El día ha comenzado mal. Los primeros dos búfalos que inmovilizó el veterinario chocan con una arboleda y caen por un barranco, peligrosamente cerca del río. Con los motores rugiendo, las camionetas quedan atoradas en la hierba que da al lugar y, cuando llegan, no pueden bajar por la zona pantanosa donde ahora duerme uno de los búfalos. Los árboles dificultan que el helicóptero siga a los demás búfalos que pueden estar cerca y que podrían atacar.
Se solicitan refuerzos y luego todo sucede muy rápidamente: el búfalo es subido a una camilla verde y elevado por la ladera hasta el todoterreno, donde diez personas colocan al animal adormecido en la parte trasera de la camioneta solo con sus manos.
Además de conducir el camión, el trabajo de Petrus como encargado también incluye el control de los animales y ayudar a cargarlos en el remolque. El remolque se divide en cinco compartimentos con puertas de acero que se pueden abrir y cerrar desde el exterior. Como máximo, el camión puede transportar 15 búfalos, dependiendo de su tamaño.
“A los búfalos no les gusta estar solos. Se vuelven locos y se hacen daño. Es por eso que en un compartimento siempre viajan dos o tres búfalos”, explica Kees Lawrence, líder del equipo de captura, mientras mide la dosis correcta de vitamina B para el búfalo de cuatro años que el equipo en tierra acaba de llevar al camión.
A cada búfalo capturado se le realizan pruebas para varias enfermedades, se marcan con un microchip y se les administra una dosis de vitamina B para fortalecer su sistema inmunitario. Mientras Kees le administra una inyección al búfalo adormecido, se forma una fila de búfalos con vendas blancas y algodón en sus oídos entre el semirremolque Volvo y el camión grúa. Las vendas y el algodón los ayudan a permanecer tranquilos.
Cuando les cuento a los demás conductores lo que transporto, me dicen: ‘amigo, un día esos animales te van a matar’. Pero he hecho esto durante más de 20 años y sigo con vida.
La tarea de extraer muestras de sangre, trasladar y despertar a los búfalos que irán en el transporte animal se realiza rápidamente. Con una barra larga de hierro, Petrus abre la puerta entre los compartimentos. Catorce animales se agrupan rápidamente en el remolque. Los búfalos no están contentos de hallarse encerrados repentinamente en una pequeña caja de metal.
“Se tranquilizan cuando empiezo a conducir”, señala Petrus mientras se sube a la cabina del conductor.
El camión vuelve a la reserva en dirección al recinto donde los búfalos permanecerán en cuarentena antes de venderse en una subasta a otras reservas naturales. La carga de hoy vale más de 2,2 millones de rand, aproximadamente ARS$1.119.880. Después de que se venden, Petrus Motsoane transportará a los animales a sus nuevos hogares.
“La mejor parte del trabajo es conducir mi camión por la ruta. Cuando les cuento a los demás conductores lo que transporto, me dicen: ‘amigo, un día esos animales te van a matar’. Pero he hecho esto durante más de 20 años y sigo con vida”.
Volvo FM de 2003 con 380 bhp, motor diesel de 13 litros y un remolque sudafricano de SA Trucks. El semirremolque mide 22 metros de largo y pesa 24 toneladas. El vehículo se utiliza a diario durante la temporada de captura (entre marzo y octubre) para transportar animales salvajes por la sabana y caminos normales.