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Recuperada del mar

La ciudad más grande de Nigeria cambia gradualmente de forma. Lo que comenzó como un plan para proteger la costa de la ciudad de Lagos de la erosión, llegó a ser uno de los mayores proyectos de construcción de África: Eko Atlantic, un área nueva que se construye sobre terreno recuperado del mar.
Rompeolas en Lagos.
Un rompeolas de ocho kilómetros de largo, llamado la Gran Muralla de Lagos, protegerá a Eko Atlantic del mar abierto.

A las 10 de la noche en punto, la mayor parte de los camiones están estacionados dentro de las puertas del enorme sitio de construcción de Eko Atlantic. Bajo la luz de los faroles, algunos conductores musulmanes rezan, mientras que otros han desplegado delgados tapetes directamente sobre el suelo y están cubiertos hasta la cabeza con una frazada. 

Matthew Ude conduce camiones desde 1978 y su trabajo le ha permitido conocer gran parte de Nigeria.

Matthew Ude se prepara para dormir. Como cualquier otro día, condujo su Volvo FMX hasta la cantera de piedra ubicada a 150 kilómetros al noreste de Lagos, con el fin de recoger bloques de granito para el muro de protección que separa a Eko Atlantic del mar. 

“Nunca conducimos de noche, es muy peligroso. El riesgo de que nos detengan ladrones en el camino es demasiado alto", comenta Matthew. 

El destino de Eko Atlantic es convertirse en el Lagos del futuro. Los distritos comerciales y residenciales se reunirán en una península artificial de diez kilómetros cuadrados que se construye inmediatamente adyacente al área que se conoce como Isla Victoria. El muro de protección ha superado pruebas que aseguran que puede soportar las peores tormentas de la historia y el área interior del muro se rellena con arena dragada del mar. 

La cantera se encuentra ubicada en las profundidades del bosque, al final de un camino de grava rodeado de espesa vegetación.

El nombre “Eko” proviene del idioma local, Yoruba, y significa “habitantes de la Isla de Lagos”, las personas que vivían allí originalmente. Sin embargo, Matthew no es oriundo de este lugar. Es un miembro del grupo étnico que se conoce como Igbo y conduce camiones desde y hacia Nigeria desde 1978. Su trabajo se ha transformado en su pasatiempo. 

“Aprendí a conducir camiones para una empresa francesa dueña de camiones Renault. Este es el primer camión Volvo que conduzco, y me gusta. Tiene un buen sistema de frenos, la dirección es perfecta y su equilibrio es excelente, incluso cuando llevo cargas pesadas", declara. 

Todas las mañanas, seis días a la semana, Matthew deja el sitio de Eko Atlantic a las 4 a.m. Lo acompaña su asistente Gift Mwaele de 24 años, conocido localmente como un motorboy, quien lo ayuda durante el día. Gift lava el camión, le da instrucciones a Matthew cuando retrocede en espacios estrechos y actúa como el par de ojos adicional que se necesita para conducir en el intenso tránsito. Todos los días, casi 200 camiones viajan desde las diferentes canteras hasta Eko Atlantic.

Debido a que los caminos son deficientes, el tránsito es nuestro mayor problema. Salir del camión para reparar un pinchazo puede ser de verdad peligroso.

La primera parada del día es la oficina y taller de la empresa de transporte en Ibadán, donde Matthew y Gift recogen su orden de carga. El camino en esta área se considera una de las carreteras principales del país, pero el asfalto tiene parches y está en condiciones deficientes y, aunque el tránsito es ligero durante las mañanas, tardan más de dos horas en llegar a su destino. 

Todos los días, seis días a la semana, Matthew Ude cargará su camión con hasta 30 metros cúbicos de granito, que se utilizará para construir el rompeolas de Eko Atlantic.

 

Cuando obtienen su orden de carga, Matthew deja la carretera principal y gira hacia un camino más pequeño, el que finalmente se transforma en un camino de grava que conduce a la cantera. 

"Debido a que los caminos son deficientes, el tránsito es nuestro mayor problema. Salir del camión para reparar un pinchazo puede ser de verdad peligroso", comenta Matthew.

El viaje entre la cantera de granito y Eko Atlantic puede tomar hasta cuatro horas dependiendo del tránsito.

El camino de grava que lleva a la cantera está rodeado por una frondosa vegetación. Por todas partes se pueden observar plantas de ñame, mandioca y uno que otro árbol de bananas. El camión deja una gran nube de polvo tras su paso y algunas mariposas amarillas revolotean por el parabrisas.  

La grava aparece repentinamente en medio del bosque. Camiones blancos con plataformas de transporte amarillas se desplazan uno tras otro para recoger sus cargas. El aire se llena de golpeteos y sonidos ensordecedores a medida que los bloques de granito se cargan en los camiones y, mientras espera su turno, Matthew aprovecha la oportunidad de conversar con los demás conductores. 

Los bloques de granito destinados a “El gran muro de Lagos” tienen hasta 1,5 metros de diámetro y los camiones pueden transportar cargas de hasta 30 metros cúbicos. Por lo tanto, el peso no es el factor que determina la cantidad de piedra que se puede transportar al muro durante cada jornada, sino el espacio que se ocupa en la plataforma plana del transporte. 

Una vez que Matthew y Gift terminan de cargar, pesan el camión a la salida y entonces es hora de conducir de vuelta a Lagos. Son las 2:30 p.m. y el tránsito es mucho más pesado. Normalmente, lleva cuatro horas conducir hasta Eko Atlantic y Matthew sabe que oscurecerá antes de que llegue. Detenerse para comer no es una opción. 

Lagos es una de las ciudades de más rápido crecimiento en el mundo y conducir aquí puede ser impredecible.

"No podemos detenernos muchas veces o jamás llegaríamos", comenta. 

Matthew y Gift pasan prácticamente todo su día de trabajo en el camión. Llevan alimentos, los que comen mientras conducen y, cuando el tránsito está lento, Matthew enciende el reproductor de CD. Entre dos desgastadas copias de la Biblia, se encuentran recopilaciones musicales de Paul Simon, Stevie Wonder, James Brown y la estrella de la música country, Skeeter Davis. 

“Y, por supuesto también tengo algo de música nigeriana”, afirma Matthew y se ríe. 

Él proviene de lo que anteriormente se conocía como Biafra y ahora constituye el estado de Enugu, en el sureste de Nigeria. Su padre fue un comerciante en el mercado, pero la familia necesitaba dinero, por lo que Matthew tuvo que dejar la escuela después de su primer año de secundaria.

"Mi familia tenía cinco hijos. Yo era el único hombre y me vi obligado a cuidar de mí mismo a una edad temprana. En realidad, convertirme en conductor de camiones fue mi única oportunidad, ya que no tenía dinero para invertir en una empresa propia y mi familia no tenía suficientes tierras para mantenernos a todos”. 

Sin embargo, la conducción en Nigeria puede ser bastante impredecible. Matthew apunta a un río, desbordante debido a la copiosa lluvia. Luego, el tránsito se detiene y el transporte debe esperar hasta que el agua baje.

En realidad, convertirme en conductor de camiones fue mi única oportunidad, ya que no tenía dinero para invertir en una empresa propia y mi familia no tenía suficientes tierras para mantenernos a todos.

En la mañana pasamos junto a un camión cisterna que había volcado en la dirección contraria. Las personas de la localidad retiraron su contenido rápidamente. En esta ocasión todo salió bien pero, algunas veces, una chispa hace que el combustible inflamable se incendie, lo que provoca varias bajas y algunas defunciones como resultado. 

El camión y algunos otros vehículos dañados por choques al costado del camino ilustran claramente la descripción de Matthew del clima del tránsito en un país en el que no parecen aplicarse las normas del tránsito. 

Sin embargo, Matthew conduce de manera tranquila y segura. En su hogar, en Lagos, lo esperan su esposa y cuatro hijos, a los que solamente puede ver los domingos.  

“Trabajamos muchas horas y no puedo irme a casa por las noches. El tránsito en Lagos es demasiado caótico. Pero los sábados en la noche, voy a casa después del trabajo y paso los domingos con mi familia. Por lo general, vamos a la iglesia."    

El día en Nigeria se vuelve noche rápidamente y para cuando Matthew llega hasta el sitio de Eko Atlantic, ya está oscuro. Una larga fila de camiones se dirige hacia el muelle para dejar su carga en el lugar en que el muro protector se encuentra con el mar. 

Los domingos, Matthew Ude regresará a su casa en Lagos y pasará tiempo con su esposa y sus cuatro hijos.

Matthew espera bajo las luces de proyección hasta que llega su turno para conducir hacia el lugar, girar en el estrecho muelle y luego dar reversa para descargar los bloques de granito en el mar. Las olas rompen rítmicamente contra el muro y, a pesar del descenso de la temperatura, el aire sigue tibio, salado y húmedo. Todo lo que se puede ver desde la orilla son unas pocas luces pálidas de Lagos.

El día de trabajo finalizó. Tras su asiento, Matthew tiene un bulto de tela enrollado que saca durante las noches y extiende sobre los dos asientos de la cabina, en donde duerme. 

A las cuatro de la madrugada, está listo una vez más para comenzar el día. A esta hora es cuando los primeros camiones salen de Eko Atlantic y se dirigen hacia el norte.

El camión

Volvo FMX 6 × 4, tractor diseñado para cargas pesadas, plataforma de transporte plana de Meiller-Kipper, motor D13 Euro 3 con una potencia de 400 caballos. 

Debido a la inferioridad de los caminos, la velocidad máxima de los camiones Volvo que se entregan a Nigeria se limita a los 75 km/h.

Tareas de transporte: Hasta ahora se han entregado 50 camiones para el transporte de bloques de granito hacia el gran muro de protección de Lagos, que se construye alrededor de Eko Atlantic. 

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