Los primeros rayos de sol de la mañana están comenzando a asomarse por sobre los picos montañosos que rodean el salar. El viento gana velocidad sobre la interminable distancia y el aire gélido arde en las mejillas. Para un recién llegado, la falta de aire se manifiesta como un ligero dolor de cabeza.
“Comencé a conducir camiones Volvo aquí cuando tenía 14 años y jamás he usado otros camiones”, señala Darío Machaca Colque mientras se sube a la cabina de su Volvo FH16 estacionado fuera de su casa en el pequeño pueblo de Colchani.
El Salar de Uyuni, o Salar de Tunupa como lo llaman los indígenas locales, se encuentra en la provincia de Potosí, en el oeste de Bolivia. El salar más grande del mundo cubre la misma área que la ciudad de Los Ángeles y cuenta con 10.583 kilómetros cuadrados de sal densamente comprimida.
Hoy, Darío cargará y transportará sal extraída del salar. Antes de salir, pasa a buscar a los cargadores que lo ayudarán esta vez. Les espera un arduo día de trabajo, pues cargarán 25 toneladas de sal en el enorme remolque, utilizando solo sus manos y palas corrientes. Es por eso que Darío se asegura de traer almuerzo y bebidas para los cargadores.
“Ellos son Edgar y su hermano Iván, también de este pueblo. Aquí todos nos conocemos”, comenta Darío cuando llegan los cargadores.
Edgar e Iván se suben al remolque donde ya se encuentra sentado su padre, Paulino, que también es cargador.
Cada dos viajes por la sal, lavamos los camiones cuidadosamente con agua. Después los rociamos con aceite y grasa para protegerlos en los próximos viajes.
Hace 40.000 años, toda esta área era un lago prehistórico y cuando el agua retrocedió, se formó el salar. La sal rechina bajo las ruedas cuando el camión recorre el vasto altiplano donde forma enormes figuras octogonales. Todas las huellas del camino desaparecen en el blanco vacío y Darío navega utilizando las montañas en la distancia como puntos de referencia. Su conocimiento de la zona es excepcional.
“La superficie está compuesta por dos capas de sal comprimida, una superior y otra inferior. Entre ellas hay una capa de lodo. No es peligroso conducir sobre la sal, pero si te apartas de la ruta regular, puedes meterte en problemas. En algunos lugares, la superficie es más suave y el camión puede quedar atorado profundamente en la sal”.
El sol se eleva sobre el horizonte y los rayos se reflejan en el terreno blanco, por lo que es imprescindible usar lentes de sol. Las manos callosas de Darío y las arrugas junto a sus ojos han sido testigos de una vida dedicada a trabajar arduamente en una lucha constante contra la despiadada luz. El salar ha sido el lugar de trabajo de Darío por más de 30 años.
“Pero la gente que vive aquí es fuerte y saludable. La sal es buena para la artritis y los dolores articulares”, explica Darío con una sonrisa.
A través de los años, Darío ha tenido varios camiones Volvo. Hoy es dueño de dos Volvo FH16 del año 2006 con 610 caballos de fuerza. Él mismo los importó desde Europa. En el camión de Darío todavía se pueden ver los adhesivos de su propietario anterior, la empresa de logística DFDS de Alemania.
“Pretendo comprar otro camión Volvo, del año 2008, en algún momento el próximo año. Voy a importarlo desde Suecia”.
Darío y 23 conductores más son miembros de la “Cooperativa 11 de julio”, que es una cooperativa de conductores que llevan a cabo tareas de transporte nacional e internacional hacia y desde el área. Los caminos alrededor del salar son deficientes y las distancias, enormes. Es por eso que el salar se utiliza como corredor para la provincia de Oruro hacia el norte, Cochabamba hacia el noreste, y Chile, el país vecino hacia el oeste.
Como miembros de la cooperativa, los conductores tienen sus propios camiones, pero comparten la administración. Los costos y las ganancias se comparten entre los miembros.
Para Darío y sus compañeros conductores, los camiones Volvo son la elección obvia: 20 de 23 vehículos de la cooperativa son Volvo.
“En el invierno la temperatura aquí baja muchísimo y otros camiones simplemente no arrancan. Los caminos alrededor del salar son muy duros. Otros camiones se estremecen hasta que se les sueltan las piezas y comienzan a tener filtraciones o los motores dejan de funcionar bien. Eso no sucede con los camiones Volvo, que son resistentes y pueden enfrentar estas condiciones adversas”.
Dado que la sal acelera la oxidación, la prueba para los camiones es dura. Darío explica que se debe realizar cierto trabajo de mantenimiento:
“Cada dos viajes por la sal, lavamos los camiones cuidadosamente con agua. Después los rociamos con aceite y grasa para protegerlos en los próximos viajes”.
Cada año se extraen aproximadamente 25.000 toneladas de sal del Salar de Uyuni. El proceso de extracción es simple, pero muy arduo. La sal que está húmeda se apila manualmente para dejarla secar durante la noche antes de cargarla.
En esta área, la sal es suficientemente sólida y es posible conducir camiones pesados sobre ella sin problemas, pero allá es más suave... los camiones pueden hundirse en la sal.
De pronto, la infinita blancura es interrumpida por siluetas en la distancia. Al cabo de un tiempo, las pilas de sal con forma de pirámides se tornan más pronunciadas. Darío detiene su camión, se baja y le explica a Edgar, Iván y Paulino cómo se hará el trabajo. Primero, se deben cargar tres pilas de sal en un lado de la plataforma del remolque, después el camión se da vuelta y se cargan tres pilas más en el otro lado.
“Es importante cargar desde ambos lados para que no haya desequilibrio”, explica Darío.
Apunta hacia la distancia.
“En esta área, la sal es suficientemente sólida y es posible conducir camiones pesados sobre ella sin problemas, pero allá es más suave. Por allá los camiones pueden hundirse en la sal”.
Ahora el salar está seco, pero durante la temporada de lluvia de los meses de verano, el lago Popoo que se encuentra cerca se desborda y cubre el salar con una capa de agua. que en algunos sectores puede llegar a tener un metro de profundidad.
“Es por eso que acumulamos un suministro de sal en Colchani antes de que comiencen las lluvias, y cargamos desde allí. Ni nosotros ni los productores trabajamos en el salar durante la temporada de lluvia”.
Paulino, Edgar e Iván tiran las últimas paladas de sal en la plataforma del remolque. El trabajo les tomó un poco menos de tres horas. Después, alguno de los muchos autos que trabajan en turismo en el área los lleva de vuelta a Colchani.
Antes de volver, Darío y su camión se ven atrapados en una tormenta de arena. El viento arrecia desde los desiertos de piedra cercanos y forma nubes marrones de arena en el horizonte. El fino polvo cae sobre el salar.
Darío se sienta en su cabina a esperar que pase la tormenta.
“Generalmente no dura más de una hora, luego se extingue”, explica Darío. Enciende la radio donde un reportero informa el resumen noticioso local en staccato.
Tiene razón, la tormenta pasa y en la distancia, las ominosas nubes se retiran del salar mientras Darío enciende el motor.
Datos técnicos: Tractor Volvo FH16 con remolque brasilero fabricado por Randon. Diseñado para largas distancias y cargas pesadas, este camión del año 2005 tiene un motor de 16,1 litros y seis cilindros en línea con 610 caballos de fuerza y 2800 Nm de torsión a 1000-1500 rpm.
Cómo se usa: Se usa para transportar bórax y azufre de las minas del área y sal desde los salares, tanto dentro del país como fuera de él. Una asignación típica toma entre 14 y 18 horas. Aproximadamente 70.000 km/año.